Notas:

21.6.13

VALDISMO MEDIEVAL

En el Concilio romano celebrado bajo Alejandro III, vimos valdenses, gente simple y sin cultura, así llamados por el nombre de Valdo, su jefe, que vivía en Lyon, sobre el Ródano. Presentaron al papa un libro escrito en gálico, que contenía el texto y la glosa del Salterio y de muchos escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pedían insistentemente que se los autorizara a predicar creyéndose preparados para ello- cuando, en cambio, no estaban capacitados más que para los primeros rudimentos. [En esto eran] parecidos a los pájaros que, no viendo la trampa, se imaginan que pueden emprender el vuelo. ¿Pero se arrojan las perlas a los puercos y la Palabra ante imbéciles ineptos para comprenderla y comunicarla? Ciertamente, no.

Yo, que valía menos que todos en la asamblea, consideraba poco placentero detener los trabajos para debatir semejante problema y atrasarnos intentando resolverlo, pero al mismo tiempo me divertía el asunto. A la invitación del alto dignatario elegido por el pontífice para que dirigiera las confesiones, lancé mi primera flecha. En presencia de muchos teólogos expertos en derecho canónico me fueron traídos para que los examinase, dos valdenses considerados de los más eminentes de la secta.

Ellos pensaban hacerme callar... Me preparaba a responder, cuando el presidente me ordenó proceder al interrogatorio. Los enfrenté con Preguntas elementales que todos saben contestar, sospechando con razón que el asno que gusta del cardo no desdeña la lechuga:

- ¿Creéis en Dios Padre?
 Ellos contestaron:
- Creemos.
- ¿Creéis en el Hijo?
Ellos contestaron:
- Creemos.
- ¿Creéis en el Espíritu Santo?
Ellos contestaron:
Creemos.
-¿Creéis en la madre de Cristo?
Ellos contestaron aún:
- Creemos.
Ante estas palabras estalló la risa de toda la asamblea... Estas personas se retiraron todas confusas. ¡Pero era justo que así fuera!

Pretendían guiar ellos, que ellos que estaban sin guía como Factón que ignoraba hasta el nombre de sus caballos.

MOLNAR A., Historia del Valdismo Medieval. Buenos Aires 1981

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