Todas las lenguas, cuantas he oído, tienen una parte de la
oración, la cual no siente ni conoce la lengua latina. Los griegos llámanla
'arzrón'; los que la volvieron de griego en latín llamáronle artículo, que en
nuestra lengua quiere decir artejo; el cual, en el castellano, no significa lo
que algunos piensan: que es una coyuntura o ñudo de los dedos; antes se han de
llamar artejo aquellos huesos de que se componen los dedos; los cuales son unos
pequeños miembros a semejanza de los cuales se llamaron aquellos artículos que
añadimos al nombre para demostrar de qué género es. Y son los artículos tres:
el, para el género masculino; la, para el género femenino; lo, para el género
neutro, según que más largamente lo declaramos en otro lugar, cuando tratábamos
del género del nombre.
Y ninguno se maraville que el, la, lo, pusimos aquí por
artículo, pues que lo pusimos en el capítulo pasado por pronombre, porque la
diversidad de las partes de la oración no está sino en la diversidad de la
manera de significar; como diciendo 'es mi amo', 'amo' es nombre; mas diciendo
'amo a Dios', 'amo' es verbo. Y así, esta partecilla el, la, lo, es para
demostrar alguna cosa de las que arriba dijimos; como diciendo 'Pedro lee, y él
enseña', 'él' es pronombre demostrativo o relativo; mas cuando añadimos esta
partecilla a algún nombre para demostrar de qué género es, ya no es pronombre,
sino otra parte muy diversa de la oración que llamamos artículo. Y así lo hacen
los griegos, que de una misma parte 'o', 'e', 'to', usan por pronombre y por
artículo; entre los cuales y los latinos tuvo nuestra lengua tal medio y
templanza que, siguiendo los griegos, puso artículos solamente a los nombres
comunes, comoquiera que ellos también los pongan a los nombres propios, diciendo
'el Pedro ama la maría', y quitamos los artículos de los nombres propios, a
imitación y semejanza de los latinos.
Lo cual nuestros mayores hicieron con más prudencia que los
unos ni los otros; porque, ni los griegos tuvieron causa de anteponer artículos
a los nombres propios, pues que en aquéllos por sí mismo el género se conoce; ni
los latinos tuvieron razón de quitarlos a los nombres comunes, especialmente
aquellos en que la naturaleza no demuestra diferencia entre machos y hembras por
los miembros genitales, como el milano, la paloma, el cielo, la tierra, el
entendimiento, la memoria. Y porque, como dijimos en el capítulo pasado, el
pronombre se pone en lugar de nombre propio, también quitamos el atículo al uno
como al otro; así que no diremos 'el yo', 'el tú'. Mas, porque en los pronombres
derivados siempre se entiende algún nombre común, podémosles añadir artículo,
como diciendo 'el mío', entiéndese hombre; diciendo 'la mía', entiéndese mujer;
'lo mío', entiendese cosa mía. Mas, como 'dios' sea común nombre, quitámosle el
artículo, cuando se pone por el verdadero, que es uno; y porque la Sagrada
Escritura hace mención de muchos dioses no verdaderos, usamos de este nombre
como de común, diciendo 'el dios de Abraham', 'el dios de los dioses', y
entonces así le damos artículo, como lo añadiríamos a los nombres propios,
cuando los ponemos por comunes, como si dijésemos 'los Pedros son más que los
Antonios'.
Gramática de la Lengua Castellana
Don Antonio de Nebrija
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