Notas:

18.5.17

DE LA BREVEDAD DE LA VIDA

¿Cuál, pues, es la causa de esto? El vivir como si hubiérades de vivir para siempre, sin que vuestra fragilidad os despierte. No observáis el tiempo que se os ha pasado, y así gastáis de él como de caudal colmado y abundante, siendo contingente que el día que tenéis determinado para alguna acción sea el último de vuestra vida. Teméis como mortales todas las cosas, y como inmortales las deseáis. Oirás decir a muchos que en llegando a cincuenta años se han de retirar a la quietud, y que el de sesenta les jubilará de todos los oficios y cargos.
Dime, cuando esto propones, ¿qué seguridad tienes de tan larga vida? ¿Quién te consentirá ejecutar lo que dispones? ¿No te avergüenzas de reservarte para las sobras de la vida, destinando a la virtud solo aquel tiempo que para ninguna cosa es de provecho? jOh, cuán tardía acción es comenzar la vida cuando se quiere acabar! ¡Qué necio olvido de la mortalidad es diferir los santos consejos hasta los cincuenta años, comenzando a vivir en edad a que son pocos los que llegan! A muchos de los poderosos que ocupan grandes puestos oirás decir que codician la quietud, que la alaban y la prefieren a todos los bienes; que desean (si con seguridad lo pudiesen hacer) bajar de aquella altura; porque cuando falten males exteriores que les acometan y combatan, la misma buena fortuna se cae de suyo.

De la Brevedad de la vida. Carta a Paulino
Séneca
Libro quinto
Capítulo cuarto

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